Quema mi cuerpo,
envía mi alma al infierno,
devora mis entrañas,
pero antes concédeme mi venganza.
Que hambre y sed sufra su alma,
la maldición de mi nombre le sera dada.
Desde ahora y para siempre el saludo me reservo,
ni su cara ni su infamia olvidare, lo prometo.
Con mil mascaras vestiré esta escena.
Este lápiz se convertirá en espada
y en mi muerte esta triste amargura.
Por hoy diré adiós con una lagrima,
no sin antes preguntarle
¿quien le hizo dios para juzgarme?
No quisiera tenerte como enemiga.
ResponderEliminarUfff!!!!
Que el Señor te sonría :)